Debió ser hecha de lirios la blanca piel satinada.
De quedo acento su voz, con suavidades de seda
y una expresión soñadora en la abstraída mirada. . .
Avatares de la suerte acercaron nuestras vidas,
la ala sombrío otoño, la de élla esplendor de albas.
El óleo de su ternura restañaba mis heridas
y entre las dos se produjo una afinidad de almas. . .
Fiel a sus rectos principios, fina, discreta y afable
ha cumplido la misión de esposa y madre admirable
sin menoscabar su gracia de ingenua sentimental . . . . . .
Y devota de doctrinas que iluminan la existencia
como experta jardinera cultiva su inteligencia
relevantes atributos de una altura espiritual . . . . . . .
Vicenta Nuñez Sucre de Yanez
Otoño 1972
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